
Dime si acaso no es excitante vivir a costa de otros, nacer despedazándole las entrañas a tu madre, criarte retorciéndole los nervios a tu abuela, educarte gracias al esfuerzo sobrehumano de tus padres esclavos del sistema.
Le has sacado hasta el último peso a tu padre, quien gracias a su fortaleza no se ha suicidado por la amenaza de las deudas que le pisan los talones.
A tu madre la violas frecuentemente haciéndola parir miedos, pesadillas, noches insomnes, cabellos y cánceres, producto del eterno temor a perderte. Sin embargo, ella también goza cuando le succionas hasta el alma. Es una fiel devota tuya y es capaz de matar a su familia por ti.
Tu gran alidada y silenciosa compañera te alienta seguir succionando a tus progenitores. No tiene la capacidad de darse cuenta que para cuando hayas acabado con ellos, ella, la pobre perrita angelical, será tu próxima víctima.
Yo, mientras tanto, observo y trato de no aspirar las cenizas de cada cosa que tocas y rezo por no tener nada que ver contigo, salvo la cripta en donde me tienes viviendo.