viernes, diciembre 29, 2006

Carta a un zángano hipócrita


Dime si acaso no es excitante vivir a costa de otros, nacer despedazándole las entrañas a tu madre, criarte retorciéndole los nervios a tu abuela, educarte gracias al esfuerzo sobrehumano de tus padres esclavos del sistema.

…Y no terminaste de estudiar. Sigues ahí, postrado en un asiento giratorio con ruedas, posiblemente leyendo esto.
Le has sacado hasta el último peso a tu padre, quien gracias a su fortaleza no se ha suicidado por la amenaza de las deudas que le pisan los talones.
A tu madre la violas frecuentemente haciéndola parir miedos, pesadillas, noches insomnes, cabellos y cánceres, producto del eterno temor a perderte. Sin embargo, ella también goza cuando le succionas hasta el alma. Es una fiel devota tuya y es capaz de matar a su familia por ti.

Tu gran alidada y silenciosa compañera te alienta seguir succionando a tus progenitores. No tiene la capacidad de darse cuenta que para cuando hayas acabado con ellos, ella, la pobre perrita angelical, será tu próxima víctima.

Yo, mientras tanto, observo y trato de no aspirar las cenizas de cada cosa que tocas y rezo por no tener nada que ver contigo, salvo la cripta en donde me tienes viviendo.

miércoles, diciembre 27, 2006

Primer amor


Por fin los ojos de Marcelo se posan sobre el cuerpo quieto y distraído de Camila. Ella no logra darse cuenta hasta que la cercanía súbita de las pieles cubiertas con 70% poliéster 30% algodón Made in USA se juntan sutilmente.
Marcelo toma de la cintura a Camila, se acerca intimidante y sumerje sus labios en el beso tan anhelado por Camila. El 70% poliéster 30% algodón Made in USA desaparece en sus fantásticas imaginaciones, las manos sienten la piel rosada y tibia desnuda y bañada de murmullos sociales, bocinazos civilizados y ese aire turbio imitación London.
El beso infinito, las caricias desgarradoras, hacen una burbuja luminosa que refleja los letreros coloridos de la urbe.
Una joven de labios tan grandes, como rojos y de ojos tan negros como grandes, acaricia la pompa de saliva y mira tierna e insistentemente a Marcelo, quien abandona el beso de Camila y embriagado de éxtasis se vuelca a los labios calientes de Lorena. La burbuja se rompe sobre Camila. El semblante de niña se ha reventado, dejando un ensalibado, salpicado, chorreado y sensual cuerpo de hembra.

jueves, diciembre 07, 2006

Examen (Catarsis)

No puedo creer que ya haya pasado el ansiado día.
Ya es el nuevo amanecer del siguiente y me siento pésimo
Ayer la adrenalina corría por mis venas, mis oídos escuchaban el soundtrack del trabajo que estuvimos haciendo toda la noche anterior. Al llegar a la universidad, todo se hizo silencio. La clase de Montaje se volvió una película sordomuda. Yo solamente queria salir y meterme al Auditorio.
Hasta que finalmente eran las 10:30 y la rueda de la fortuna comenzó a girar. Sorpresivamente ocurrió que el primer grupo fue el mío. Realmente esperaba que la obra fuera más efectista, sin embargo estaba segura de que no estaba mal y probablemente ibamos a ver caras sonrientes y complacidas del "ilustre" grupo "docente" que nos evaluó.
Lamentablemente escuche criticas, descontento y un enorme signo de interrogación aplastó el intelecto de tan nobles personajes situados frente a nosotros, increpándonos acerca de un trabajo que no lograba comunicar con claridad algo.
Y yo me pregunto ¿acaso las teorias que nos han impartido todo el miserable año, han tenido siquera un atisbo de claridad? ¿acaso los paros, las tomas, los consensos tuvieron una clara resolución por parte de profesores y adminstrativos? ¿acaso se direon con claridad las pautas para tomar una burlesca prueba de especialidad? ¿acaso se estipuló una pauta CLARA de evaluación para los trabajos audiovisuales? Dejo la interrogante para todo el que lea este escrito y se sienta de algun modo identificado. Mas debo continuar con mi relato.
Estabamos todos, los 7 defendiendo un proyecto, una idea, con dientes y garras, justificando todo, aplicando toda la mierda aprendida del año y tratando de abrirle los ojos, las orejas y el cerebro a esa dupla tozuda y soberbia de "maestros" de pacotilla. Lo siento, creo que mi rol como productora fallo justo a ultimo momento, no tenia medios ni cojones para sobornar a semejantes alimañas cinéfilas. Solo quise decir el cómo y el porqué de la obra, apoyar la idea, salvarla, darle luz y al final, no pudimos complacer los finos paladares de nuestros maestros.
Quizas no fuimos lo suficientemente porteños, lo suficientemente politicos, lo suficientemente video-artistas, lo suficientemente academicos, lo suficientemente básicos, lo suficientemente mediocres. Y quizás por esta misma razón, por cometer una injusticia con toques de plajio inconsciente recibimos una nota injusta, una critica inconsistente y un lindo retrato de quien encabezaba el honorable jurado.

Ahora, si me disculpan, voy a vomitar.

miércoles, noviembre 22, 2006

Otro examen de taller


Mentes sudorosas, sedientas de sentido
Cuerpos inmóviles, vacíos.
Ojos quietos, pupilas quebradas.
Bocas secas, entreabiertas.
Una luz tenue rebota en el muro.
Un olor invisible se apodera del espacio.
Un sonído metálico se incrusta en las sienes.
Silencio,
por favor apague su celular,
la función está por comenzar.

domingo, octubre 22, 2006

La senda del paladín

La prueba de admision fue un duelo con la desilución. Entrené mi capacidad de amar desde los 17 años, durante 6 meses combatí con mis propios maestros, quienes tratándome de ayudar, invocaron al un gusano de tierra, el guardián de la realidad más cruda. Salí mal herida, con secuelas enormes que duraron una eternidad. Durante ese entrenamieto viaje una y mil veces, siempre al mismo lugar, pero cada vez con armaduras más pesadas que lastimaban mi piel. El metal de mi lanza y de mi propio yelmo se incrustaba, otorgándome como unico trofeo el dolor ácido del despertar.

Después de la dura prueba de los 6 meses, la vida me aceptó y con mi medalla logré escalar de posición. Ya no peleaba con monstruosos gusanos de tierra, esta vez subí de categoría. Después de un enorme festín, celebrando mi triunfo, llegó la hora de seguir entrenando. No volví a viajar durante los 9 meses siguientes que duró este entrenamiento. En el mismo doyo estaba el enemigo, quien me botó al suelo dos veces con el aliento de su ira y su despecho. Cuando estuve a punto de recibir el tercer golpe, el de la derrota, coloqué la punta de mi lanza frente a mi, el dragón confundido se quedó quieto. Yo me di media vuelta, esperé que se acercara, mi lanza atravésó mi pecho y se enterró en la lengua del dragón. Así logré vencer al segundo enemigo y pasar a la siguiente fase.

El cuerpo del dragón quedó en el Doyo, esparcido por la arena, y aunque no estaba vivo, su cola aún golpeaba la tierra, remeciéndola cuando me paseaba buscando mi pulmón que había perdido al enterrarme la lanza. Una vez que lo encontré estuve tres meses bajo el cuidado de una rubia doncella de ojos azules y sonrisa de cristal. Mi cuerpo estaba demasiado destrozado para seguir con el entrenamiento, pero no podia abandonar tanto tiempo de esfuerzo por algo tan efímero como el cuerpo mismo.
Los tres meses de recuperación estuvieron colmados de alegría, esa mujer me llenó el alma y me selló el cuerpo. En ese momento mi vida podria haber dado un giro enorme. Podría haber abandonado todo por ella, pero mi entrenamiento fue tan intenso que me acostumbré a tratar con monstruos y mi escasa experiencia en amores no sirvió para despertar mis sentidos. Una vez curado, brindé con ella y en su brebaje añadí la baba del gusano y el aliento del dragon. No queria sufrir por ella y no podía ser tan desagradecido como para destrozar nuevamente este cuerpo que ella tanto se esmeró por cuidar, a pesar de que en su cara siempre se vislumbraba un atisbo de desprecio. Asi que la recosté sobre esa cama en la cual estuve postrado los tres meses de recuperación y la dejé durmiendo tras un beso eterno.

Después de salir del castillo, me dirijí nuevamente al Doyo. Mi maestro me dijo que ya no podía volver. Que el entrenamiento ya habia acabado. Yo, desesperado le imploré que no me abandornara, pero él me cerro las puertas sin siquiera despedirse.

Afligido caminé por los bosques, crucé riachuelos, recorrí extensas playas, tratando de encontrar el sentido de todo esto que tan abruptamente terminó. A veces mataba insectos que trataban de atacarme, pero hacia caso omiso de su magnitud y el daño que podrían provocarme. Hasta que una noche, mientras caminaba cabizbajo por los callejones de un pueblo olvidado me enontré con un sacerdote. Un hombre sabio, de rasgos finos y cuerpo esbelto. Un maestro con las dagas. Un filósofo excepcional. Este hombre me llevó a su templo, me despojó de culpas, lavó mis pies y mis manos. Su poder manejó mis sentidos y me hipnotizó para adorarlo y venerarlo durante casi 1 año. Con él gané toda la sabiduría que necesitaba para someter a toda alimaña que se interpusiera en mi camino. Sin embargo tuve que pagarle con mi yelmo, mi armadura y mi lanza. Él me dió un libro y un espejo. El libro para recordar los hechizos, el espejo para recordar quién soy. Pero antes de partir, el sacerdote amarró mis pies y mis manos, los que antes habia lavado para liberarlos de toda culpa, ahora los ataba para asegurarse de que debía luchar utilizando mi mente.

Y así segui mi camino, esta vez viajé con mi mente y volví al Doyo a buscar a mi antiguo maestro y mostrarle mis nuevas habilidades. Cuando llegué, no encontré más que un Nogal. Me pareció familiar. Precisamente era el nogal que me alimentó en los días de dudas con mi supuestamente entrenamiento inconcluso cuando caminaba por el bosque. Lo ví y recordé al maestro, recordé el Doyo, el gusano de tierra, el dragón, la doncella, el sacerdote. Abracé al nogal me senté y apoyé mi espalda en su tronco. Medité y sin esfuerzo deslicé mis manos y pies, despojandome de las cadenas que los ataban. El nogal dejó caer una nuez sobre mi regazo. Yo sonreí, me miré al espejo y concluí que mi entrenamiento ya había terminado.

El combate se da en el entrenamiento, una vez que lo terminas ya no es necesario seguir luchando, porque ya entiendes todo.

Las batallas rendidas y los caminos andados por el paladín son sagrados. El ha hecho todo eso para llegar a abrazar ese nogal, su paraíso.


Si no fuera por todo lo que me ha tocado sufrir, probablemente no sería tan feliz como ahora. Lo siento, no puedo hacer bromas con algo tan sagrado, tortuoso y hermoso a la vez.

viernes, septiembre 22, 2006

Claro y vacío.



Recién ahora puedo convencerme, de que las dudas siempre fueron certezas.
De que los sueños son sólo deseos y no advertencias.
De que los pasos no van, sino vuelven.
De que el horizonte siempre ha estado detrás mío.
De que todo, absolutamente todo se va.
De que me voy.
De que no quiero volver
porque la duda
me convenció
y porque no veo nada
ni a nadie
que me detenga
ni que me convenza
de lo contrario.

Aunque podría gritar, pero ¿para qué? Si todos estan tan felices...

miércoles, septiembre 13, 2006

A la misma hora, en el mismo lugar.


Traté de aparentar desinterés, mas no se escapó ningún detalle para que aquel encuentro fuera perfecto. Conté hasta los parpadeos que daría antes de saludarlo. Pero nuevamente ese momento se esfumó antes de suceder.
Esta vez no lloré, ni me ofusqué, ni me acosté como solía hacerlo en las millones de veces que esto sucedía.
Esta vez salí e inicié el ritual tal cual como lo habia planeado.
Perfectamente vestida, con olor a jazmín y mandarinas, los ojos grandes y brillantes.
Fui a aquel museo, me senté en el segundo peldaño y a la hora señalada pestañé todas esas veces, saludé a las palomas, caminé con mi sombra, me reí con los autos, observé a los transeúntes, acaricié las hojas, besé el viento, abracé a mis brazos. Hasta que me cansé, me senté en un banquillo de la plaza, me recosté dejando que la madera sintiera mi pelo suave, lo oliera y me recordara. Rocé mi cuerpo insistentemente en todos los lugares que recorrí, para que en aquel espacio quedara grabado mi olor y para que esa plaza al menos esta noche se durmirera con mi olor y soñara conmigo.

lunes, septiembre 11, 2006

Un texto Indecente



Ya es primavera, se levanta la carpa del circo. Margarita llega mirando a todo el mundo. Una mujer gorda la espera.

Necesita audicionar para trabajar en aquel circo; su sueño frustrado está a punto de hacerse realidad. Toda su vida ha querido ser vedette, pero sólo ha podido ser contemplada por los ojos de su padre y de sus tíos quienes la aplaudían, jadeando, deseoso de poseerla en el momento mismo que la música paraba de sonar.

Margarita llega hasta donde la gran mujer. Baila para ella. Sus movimientos no provocan nada más que hambre en la gorda, quien come lentamente los pasteles de crema que se esparce por su cara y aparece entremedio de sus gruesos dedos blancos.

Termina la música y Margarita ya no sabe qué hacer. Un silencio se ha provocado en la carpa. Los artistas se han quedado inmóviles mirando el delgado cuerpo de Margarita que brillaba con sus gotas de sudor.

La mujer gorda, seria, en silencio, chupa sus dedos encremados, se para con dificultado y le ordena a Margarita que la siga. Ambas se dirigen al privado. Al fondo de la carpa donde nadie más puede entrar. Donde no hay más que una puerta y tras de ella una gran cama de sábanas delgadas, usadas una y mil veces, con pelotas de hilo pegadas, un blanco grisáceo, seboso. Al lado, e la mesita, las botellitas de licor de café y menta, las copas diminutas de vidrio. La gorda se recuesta lentamente y Margarita como hipnotizada se acerca a ella. La gorda desabotona su vestido, deja ver sus gigantes senos y se sobajea en la cama. Margarita comienza a jadear, así tal cual como su padre y sus tíos y no aguanta las ganas de manosear los pechos de la gorda. Ahí en un éxtasis de crema y grasas, la carne abultada de la gorda succiona, aprieta y cede a los huesos, a la figura esquelética de Margarita.

Margarita ya puede trabajar en el circo. Ya fue aceptada por la gran jefa, pero sólo estará a prueba por untar de semanas. Aún no ha ganado toda la confianza de la gorda. Mientras tanto, deberá limpiar la mierda del elefante, ha demostrado ser muy buena con su lengua; eso por lo menos lo dicen los enanos que ya llevan años allí y han pasado por todo.

sábado, septiembre 02, 2006

No pertenecer


Nada me pertenece, lo unico material que tengo es mi cámara. Es lo unico que me he ganado con el sudor de mi frente. Es mi herramienta de trabajo, mi confidente, mi túnel de expresión. Mi mirada clara y perfecta.

Nada más me interesa tener. Desapegada de todo lo material, no soy de aquí ni de allá. No vivo en el puerto ni en la ciudad. Las luciérnagas son mis amigas, mi famila... no lo sé. Mi familia es la pequeña llama de una vela que está a punto de extinguirse. Que arroja un humo negro como queriendo luchar con el aire, queriendo alejar a cualquier depredador, mas ya no tiene de donde aferrarse para seguir viva. Las tres cuartas partes se han ido con el aire, el resto ha quedado esparcido en una superficie sucia y vieja que cobija los exesos de comida, de palabra, de preocupaciones, de modernidad.

Los libros, si tuvieran alma podrian desplazar a sus reemplazantes quienes han robado sus ideas y se llenan la boca de palabras robadas, de conceptos creados por otros. Alimentan su ego para sentirse intelectualmente poderosos. Pero no son nadie, sólo un almacén de ideas que se degradará en un par de décadas más. Ellos no pertenecen a las aulas, sólo a sus cómodos bergères de cuero negro y su lamparita de pie, donde tras sus diminutos anteojos que descanzan en la punta de sus narices, beben el nectar más puro de la sabiduría, para luego vomitarlo de la forma más vulgar ante seres inocentes e ignorantes.

No pertenezco a Santiago,
ni a los Queirolo
ni a los Muñoz
ni a Valparaíso
ni a la Universidad
ni a la academia Vaisnava
ni a mí.

No pertenezco a nada, a nadie.
porque no tengo nada, no tengo a nadie
Ni siquiera tengo el silencio que tanto anhelo
el zumbido de la voz de mi madre que ronda por mi cabeza y no deja en paz esta noche calma, termina por arruinar mi momento letrado, la ira vuelve a mis tallos, las espinas vuelven a sellarse y brotan nuevamente...